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Sabías que.. la capacidad total de memoria del cerebro puede expandirse?

Aquellos de nosotros que no podemos resistirnos a la tentación delos souvenirs turísticos somos grandes fanáticos de las maletas con un compartimento expandible (ese cierre que les permite engordar un 10 o 20 por ciento). Ahora, resulta que la capacidad del cerebro para almacenar nuevos recuerdos también se puede expandir, aunque con limitaciones.

Es lo que han descubierto científicos y colaboradores del Instituto Salk de la Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Otago, en Nueva Zelanda. Sucede que las conexiones en el cerebro no solo se expanden según sea necesario en respuesta a aprender o experimentar cosas nuevas, sino que otras se reducirán como resultado. El trabajo, que podría arrojar luz sobre las condiciones en las que se deteriora la formación de la memoria, como la depresión o la enfermedad de Alzheimer, se conoció en febrero recién pasado.

“El cerebro tiene la capacidad de almacenar una inmensa cantidad
de información en las sinapsis entre las células nerviosas”, dice al respecto
el profesor Terrence Sejnowski, jefe del Laboratorio de Neurobiología
Computacional de Salk y coautor del nuevo artículo. “Entonces, agrega, aunque
ya sabíamos dónde se almacenan los recuerdos, este trabajo ayuda a aclarar cómo se almacenan”.

¿Cómo ocurre? Cada vez que miras algo nuevo o tienes una nueva
idea, millones de células cerebrales se comunican esa información entre sí en
forma de señales eléctricas y químicas a través de pequeñas brechas llamadas
sinapsis. Se sabía que las sinapsis pueden crecer más, es decir, que es más
probable que liberen sustancias químicas (o liberen más cantidad de ellas) para
transmitir mejor la información a las neuronas receptoras. Sin embargo, se
sabía poco acerca de la función normal y las interrupciones en la comunicación
sináptica, la última de las cuales es un sello distintivo de muchas condiciones
neuropsiquiátricas y del deterioro de la memoria.

Previamente, Sejnowski usó reconstrucciones y modelado en 3D para
descubrir que la capacidad de memoria del cerebro es 10 veces mayor de lo que
se había pensado. En el nuevo trabajo, él y sus colaboradores en Texas y Nueva Zelanda decidieron investigar más a fondo la función cerebral mediante la estimulación de una región en los cerebros de roedores (y humanos) importante para la memoria, llamada hipocampo. Esto permitió a los investigadores imitar, bajo condiciones muy controladas, el efecto que una nueva experiencia tendría en una región del cerebro común a los mamíferos.

Los científicos tomaron imágenes de las muestras de cerebro del
hipocampo utilizando microscopía electrónica y analizaron los datos
resultantes. Esperaban ver crecer las sinapsis, lo que se sabe que hacen en un
proceso de aprendizaje conocido como potenciación a largo plazo. Lo que no
esperaban, pero -para sus sorpresa- encontraron, fue que, a medida que algunas
sinapsis se hicieron más grandes, otras se hicieron más pequeñas.

“Es una idea intuitiva que a medida que aprendemos algo nuevo, las
sinapsis se fortalecen y se hacen más grandes”, dice Sejnowski. Entonces, “esto
muestra que hay un equilibrio: algunos se fortalecen, otros se vuelven más
débiles”.

Sejnowski dice que los resultados tienen sentido porque si las
sinapsis solo aumentaran, llegarían a un límite y no se podría almacenar nueva
información, pero esta es la primera vez que se demuestra la conexión entre
expansión y contracción. El trabajo también revela algo trascendente: al
aumentar el rango de tamaños sinápticos, la capacidad de almacenamiento general aumenta. Esto es, se pueden tener más sinapsis, grandes y pequeñas.

Curiosamente, cuando el equipo estimó cuantitativamente cuánta
información sináptica podría almacenarse en dos áreas diferentes del hipocampo
(la circunvolución dentada y otra llamada CA1), las cantidades variaron de
forma espectacular, lo que puede estar relacionado con las diferencias en sus
funciones.

Con estos resultados, “esperamos explorar muchas preguntas
adicionales como si el aumento en el almacenamiento de información va
acompañado de una disminución compensatoria en la capacidad de almacenamiento de información en las capas adyacentes, y cuánto tiempo dura el aumento temporal de la capacidad de almacenamiento en sinapsis particulares”, concluye Cailey Bromer, investigador asociado de Salk y primer autor del estudio.

De todas formas, al parecer estos descubrimientos mostrarían que
el uso de la memoria en un aspecto particular, si bien conlleva pérdida o
debilitamiento para otros aspecto o contenido, mejora la capacidad total de
almacenamiento. Tiene cierta lógica: si amplio una parte de mi casa, usaré
menos alguna otra parte ya existente, pero la casa entera podría funcionar de
manera más eficiente o amplia.

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Información extraída de Selecciones.co.ar

Por qué el dolor es bueno: la lógica matemático-religiosa de George Boole

George Boole, uno de los grandes matemáticos de la historia, desarrolló una lógica que anticipó los sistemas binarios de la computación, pero también su propia teodicea


A mediados del siglo XIX, el matemático George Boole escuchó la voz de Dios. Mientras cruzaba un campo cerca de su casa en Inglaterra, tuvo una experiencia mística y llegó a creer que descubriría las reglas subyacentes del pensamiento humano. Hijo de un pobre zapatero, Boole fue un niño prodigio que se enseñó a sí mismo cálculo y trabajó como maestro de escuela en Doncaster hasta que uno de sus artículos le valió una medalla de oro de la Royal Society y le aseguró una oferta para convertirse en el primer profesor de matemáticas en el Queen’s College, Cork, en Irlanda. Bajo los auspicios de una universidad, y relativamente libre de las dificultades económicas que había soportado durante tanto tiempo, pudo dedicarse casi por completo a sus pasiones por primera vez, y pronto logró algo único: unió las matemáticas y la lógica en un sistema que cambiaría el mundo.

Antes de Boole, las disciplinas de la lógica y las matemáticas se habían desarrollado de forma bastante separada durante más de mil años. Su nueva lógica funcionaba con solo dos valores: verdadero y falso, y con ella no solo podía hacer matemáticas, sino también analizar declaraciones y proposiciones filosóficas para determinar su veracidad o falsedad. Boole aplicó su nuevo tipo de lógica a algo que, para él, un hombre profundamente religioso, era una necesidad espiritual: demostrar que Dios era incapaz de hacer el mal.

En una nota manuscrita que tituló "Origen del Mal", Boole sometió cuatro premisas básicas a análisis utilizando los principios de su lógica:

Si Dios es omnipotente, todas las cosas deben ocurrir de acuerdo con su voluntad, y viceversa.

Si Dios es perfectamente bueno, y si todas las cosas ocurren de acuerdo con su voluntad, el mal absoluto no existe.

Si Dios fuera omnipotente, y si la benevolencia fuera el único principio de su conducta, o el dolor no existiría, o existiría únicamente como un instrumento de bien.

El dolor existe.

Así que, como el dolor existe y Dios existe, el dolor debe ser parte de un plan divino, algo que da propósito al mundo. Encontramos aquí una intersección única entre la lógica y la pasión religiosa.

Desde esta perspectiva, el dolor podría ser visto como una herramienta para el crecimiento, la refinación o el desarrollo moral, alineándose con la noción de que Dios, siendo omnibenevolente, permite la existencia del dolor no como un castigo, sino como un elemento necesario en el desarrollo de un bien mayor. Esta visión requiere una fe profunda, acaso con ecos estoicos, en la idea de que todas las experiencias, incluso las más dolorosas, tienen un significado y contribuyen a una armonía divina más amplia que puede estar más allá de la comprensión humana. Entender el dolor de esta manera invita a reexaminar las nociones tradicionales del sufrimiento y desafía a los creyentes a confiar en un propósito benevolente detrás de cada aspecto de la existencia, incluso aquellos que parecen más difíciles de soportar.

Fuente: pijamasurf

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7 curiosidades de Mozart, el niño prodigio de la música

Mozart es uno de los grandes compositores que ha tenido la humanidad, teniendo una vida que dejó curiosidades que han pasado desapercibidas en años.

El gran Mozart

La historia de la música nos ha dejado grandes artistas que han sido recordados para toda la eternidad. Uno de los artistas más reconocidos por sus capacidades e ingenio para desarrollar obras clásicas fue, sin duda, Wolfang Amadeus Mozart, uno de los niños prodigio de la música clásica.

Nacido en Salzburgo el 27 de enero de 1756, llegó a escribir más de 600 obras algunas de reconocido prestigio siendo excelente en el campo de la música sinfónica, de cámara, coral y operística. Ya desde niño, Mozart mostró sus virtudes como niño prodigio en el dominio del piano y el violín, convirtiéndose, rápidamente, en uno de los músicos más apreciados por la aristocracia y la realeza europea.

Genio con 14 años


A muy temprana edad, Mozart ya mostró que no era un niño normal. Con 14 desarrollo sus primeras composiciones siendo un precoz artista de los pocos que existían en la época clásica de la música. Esto le supuso llegar muy precozmente a la mayoría de edad, para muchos demasiado pronto, lo que después le causaría algunos problemas en el desarrollo de su personalidad.

Según su primer biógrafo, Fiedrich Schlichtegroll, «nunca aprendió a gobernarse a sí mismo, no tenía sentido del orden doméstico. Siempre necesitaba un guía, un protector, un tutor que se encargara de sus asuntos fuera de la música». Resulta realmente curioso que un genio para la música, luego fuera incapaz de llevar una vida doméstica ordenada.

Gran intelectual

Esta poca preocupación por asuntos personales y más mundanos para el genio que era, no le impidió convertirse en uno de los intelectuales más destacados de su tiempo.

Desde pequeño ya su padre se encargó de que su hijo fuera un erudito en diferentes artes, llegando a dominar varias lenguas a lo largo de su vida. Era un auténtico devorador de libros y se cuenta que tenía cualidades exageradas para las matemáticas. Quizás por eso entendía la música como la entendía.

A pesar de ello, siempre mostraba una especie de dicotomía mental. Era un genio absoluto para la música y otras disciplinas artísticas, pero un auténtico negado para los asuntos de la vida diaria.

Un Requiem incompleto

La personalidad de Mozart se volvió algo tosca en los últimos años de vida del artista. Se obsesionó con concebir una obra por la que fuera recordado, que la lo sería, pero su obra cumbre, Misa de Requiem en Re Menor, quedó inacabada al morir antes de terminarla.

Esta misa fue realmente un encargo de una persona que se presentó sin identificar en la casa de Mozart y su esposa. Recibió un importante adelanto por concebir la obra y la obsesión por terminarla, acabó minando la salud del artista.

Luego se supo que el encargo venía de la mano del conde Franz von Walsegg, un músico de Viena que quería una misa en honor a su mujer fallecida. Su vinculación a la francomasonería, su carácter obsesivo, Mozart creía que ese Requiem que iba a componer sería el de su propio funeral.

Años después a su muerte, fueron sus alumnos los que terminaron la obra.

Odiaba la flauta

El genio austriaco también tenía sus diferencias con algunos instrumentos clásicos. Era el caso de la flauta, un instrumento que odiaba profundamente. Su sonido no le gustaba y todos los conciertos que compuso donde se incluían estos instrumentos, fueron meros encargos.

A menudo se comenta alguna de sus frases para definir la flauta: «lo único peor que una flauta, son dos flautas».

Síndrome de Tourette

El gran genio de la música clásica tenía una delicada salud. Murió con pocos años de edad, y siempre mantuvo una personalidad realmente obsesiva.

Según muchos médicos y analistas que han estudiado la figura del maestro, Mozart sufría el conocido Síndrome de Tourette, trastorno que se caracteriza por impulsos obsesivos y tics nerviosos. Algo que no le impidió concentrarse en la música.

Gusto por lo escatológico


Se cuenta que el genio también resultaba una persona soez en ocasiones. Su gusto por lo escatológico y por las palabras malsonantes eran de sobra conocidos en los círculos por donde se movía, normalmente la realiza y la aristocracia europea de más alto nivel.

Las cartas que le enviaba a su propia prima Marianne, de la cuál estaba enamorado e incluso obsesionado, así lo confirman. En estas cartas utilizaba un lenguaje malsonante y escatológico para referirse a su relación, «acogeré tu noble persona como bien merece, te sellaré en las nalgas mi membrete, te besaré las manos, dispararé la escopeta del ano, te abrazaré de más, te pondré lavativas por delante y por detrás».

Muerte sin aclarar


Una de las incógnitas más relevantes que siempre han acompañado a la figura de Mozart fue su extraña muerte. El joven compositor murió con a los 35 años en Viena, se dice que de una extraña enfermedad.

Lo cierto es que nunca se supo que pasó con el artista ya que jamás se le realizó una autopsia y su tumba no ha sido identificada. Desde su muerte, son más de 100 las teorías que existen sobre las causas de su fallecimiento. La más seguida es la que sostiene que Antonio Salieri, otro compositor de la época y gran enemigo de Mozart, lo envenenó.