El momento más difícil, según el joven, fue cuando se le dio vuelta el kayak por primera vez. "Fue el lunes al medio días mas o menos, me guiaba por el sol para saber la hora, estaba remando y se me vino una ola gigante".
La idea de Marcos había sido meterse media hora en el mar y salir, a pesar de que su pareja le había insistido en que no lo hiciera ya que consideraba que no tenía experiencia. Por eso no se llevó agua ni nada para comer. Durante los dos días de naufragio, no comió ni bebió.
Antes de ser rescatado logró divisar la orilla y notó que había cambiado el oleaje y que el viento empezó a tirar para la costa. En ese momento, sentado sobre el kayak, sin fuerzas, levantó la vista y vio pasar el avión.
Ante la pregunta de si se había sentido muy cerca de la muerte, contestó que no, que en todo momento pensaba que iba a poder salir. "No me daba por vencido, pensaba en mi familia y en poder salir". Agregó que recibió mucha fuerza de todas las oraciones y de la gente que estaba rezando por él. "Nunca dejé de confiar en Dios, fue un milagro", sostuvo.
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