ra muy fuerte lo que sentía. imaginate que me llegaron a poner morfina, que le ponen a la gente que ya está en las últimas. Tomaba pastillas, me daban corticoides cada semana y no pasaba nada. Me pude poner bien gracias a Dios, fue un milagro". Braian Romero recordó el duro momento que le tocó vivir desde fines de 2012 y hasta principios de 2014, cuando pudo vencer a los pronósticos médicos y regresar a las canchas.
En una entrevista con Toda Pasión, recordó el momento en el que su reumatólogo le comunicó la noticia que nunca quiso escuchar. Estaba junto a su madre, su esposa y el presidente de Acassuso, club en el que se destacaba cada fin de semana, cuando le comunicaron que no volvería a jugar profesionalmente a causa de su artritis.
Un dolor de cintura inaguantable, una internación de urgencia que duró 15 días y un diagnóstico que tardó tres meses en llegar. A los 20 años, su retiro era cosa juzgada para la medicina.
"Se me iba todo de las manos. Estaba perdiendo todos mis sueños. El médico que me dijo que no iba a poder jugar más no lo podía creer cuando vio que estaba recuperado. Él hizo todo lo posible para sanarme, pero el que me curó fue Dios", asegura el delantero de 26 años tras ganarle a la vida.
A la hora de su regreso siguió destacándose en Acassuso, pasó a Colón, luego llegó a Argentinos, donde brilló en el equipo de Gabriel Heinze campeón de la B Nacional, y llegó a Independiente en busca de una nueva oportunidad para seguir creciendo en su carrera profesional.
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